Autor: Juanse Gutiérrez (Nubis)
La introducción, Mah, no puede estar más acertada. Engaña ante lo que nos vamos a encontrar a lo largo del compacto, a pesar de mostrar el sonido de la producción y una intuición de la gravedad de sus ritmos. Es el inicio de la esencia, que golpea en lo inconsciente para dejarnos pidiendo más. La guitarra fluctúa: nos estamos adentrando, atravesamos el velo hacia el mundo personal de este Avesta. La batería ultima con leves golpes la entrada. Comienza el ritmo, cañero y constante mientras ondulaciones vienen y van. Un riff característico y llega la voz con una actitud anunciadora o de discurso. Los instrumentos cambian a una armonía emotiva y la voz decide cantar de un modo limpio, resultando un cambio natural que da de lleno en la emoción. La melodía del estribillo ya nos ha enganchado y es imposible echar marcha atrás.
El disco va evolucionando. Este segundo tema, Mythra, aporta una pseudo-continuación de la anterior canción, para pronto cambiar con ambientes dignos de Tool (sin llegar a imitarlos), una voz gutural aguda alternada con una limpia en mitad de un ambiente solitario, y unos ritmos Stoner que juegan con el Metal Alternativo. Los riffs declaran esa influencia Tool, donde es imposible no cabecear y sonreír satisfecho ante el trabajo que muestran estos tipos. La voz canta con ese aire de desierto que se glorifica con un grito suspendido. El solo de guitarra juega con la tonalidad y completa este gran tema que nos sorprenderá por su duración y lo breve que resulta en la percepción.
Continuamos avanzando. Ahora es la dureza lo primero que se interpone. Atash es Metal de calidad, para incluirla en una lista de reproducción y no perderla de vista (u oído). Aquí el ritmo impaciente y acelerado de las guitarras son las que mandan, donde la voz está a su servicio, produciéndose una curiosa sucesión de subida de tonos. A lo largo del trabajo el aire Doom está presente, intuyendo esa ceremonia de homenaje hacia Black Sabbath, pareciendo servir de ejemplo para comprender la evolución que ha sucedido desde aquellos años de alucinógenos, con todos estos géneros musicales hermanos que se aúnan en el álbum (Doom, Stoner y Sludge (con y sin el término Atmospheric) acompañados del Metal inquieto y con aspiración que cada vez se aleja más de lo tradicional). Sucede una parte final donde la cadencia de los instrumentos resulta contundente, creando un ritmo contagioso que se expresa con gritos repentinos de la guitarra.
Ken Za es una canción instrumental que resulta de las dos más cortas del disco. El objetivo es crear un ambiente que sirva para evadir la conciencia. Llegados a este punto uno puede apreciar el gran trabajo que se ha realizado en la grabación de esta obra. No ha decaído en ningún momento, destacando esa personalidad oscura que permanece a pesar de dar variedad a cada tema. Es exprimir un concepto sin que flojee en ningún resultado. Esta canción lo reafirma cuando se añade un parte más loca o experimental por su final: nada desentona, todo encajado.
Regresamos al Stoner, esta vez más clásico a lo Kyuss, con el tema Hvare. El ritmo y la voz lo demuestran. Resulta un dejarse llevar, donde ya imagino el gran movimiento que produce en los conciertos. A estas alturas cabe destacar la versatilidad de la voz. A pesar de notar que está limitada en cierto aspecto de la producción, han sabido adaptarla para que quede igualmente perfecta ante la potencia y aspiración del propósito del álbum. El estribillo pegadizo nos acompañará por un buen rato.
Sentimos los golpes finales. Aban es la epopeya de un cierre a tiempo medio. Se nota ese aire de que algo inevitable va a suceder. Lo esperamos y nos encontramos una sección central propia del Metal Progresivo, muy acertado y emocionante conforme todo instrumento se luce, aparentemente sin avanzar, poco a poco añadiendo a cada parte un cambio. Conforme está apunto de acontecer el clímax, se interrumpe y queda un silencio con ritmo propio. Lo inevitable ya está sucediendo, y la voz lo narra en susurros. El final del ritual, el trabajo mágico se ha completado y queda asumir un destino cubierto de sombras. Esta sección es del mejor Doom, con el efecto del bajo presente y la guitarra rasgada en lo mudo. Llegamos a una melodía de redención, asumida y por lo tanto hermosa. Este es el verdadero clímax de la canción. Queda despedirse con una sección final que se pierde en la ominosidad. Un descontrol bien medido. Una línea de bajo con distorsión queda en la oscuridad hasta morir.
Sencillamente, de diez.
Foto: Sergio Albert
Otro punto de Avesta es su duración total similar a los álbumes setenteros, unos cuarenta y cinco minutos. ¿Es bueno o malo? Si es breve, dos veces bueno, aunque un tema más por mitad del disco no habría resultado de más. Sin embargo es efectivo, porque nos hará ponerlo de nuevo o buscar por sus anteriores trabajos.
En estos momentos tengo la funda del CD entre manos (Rockodrome agradece a la discográfica Nooirax Producciones). Cabe destacar las ilustraciones de la portada, interior y contraportada realizadas por el tatuador de prestigio Robert Hernandez, otro punto que delata el cariño y trabajo volcado. Eso me permite añadir que cada vez tengo más esperanza en las bandas españolas. Suena a tópico de que en este país no se hace buena música, etc., pero lo cierto es que siempre ha habido buena música, y que es ahora con las posibilidades y facilidades de este siglo que se pueden hacer escuchar. Aathma tienen un buen aprobado por parte de todos los críticos. Les queda lanzar el trabajo de su vida para comenzar a comerse el mundo. Escuchando este resultado, apuesto fuerte por ellos.