Kase.O
21.12.2018 Palacio de Deportes (Madrid)
Fotos: Aldara ZN
«Kase.O ha vuelto al ejercicio» es la primera frase que retumba en el edificio al sumarse la voz que sale por los altavoces y las miles de voces que la gritan a la vez. Kase.O ha vuelto a llenar el Palacio de Deportes de Madrid con su ejercicio: rapear. Si hace un año no lo hubiera hecho, tendríamos que comentar lo histórico del acontecimiento. Pero la historia se ha repetido y toca fin de ciclo. El objetivo está claro: cerrar El círculo. Un proyecto que empezó hace más de dos años y que hoy será repasado exhaustivamente por (pen)última vez para dar paso a un retiro que permita a Kase.O crear un nuevo proyecto.
Durante más de dos horas y acompañado por R de Rumba a los platos y El Momo a los coros, Javier Ibarra desgrana uno a uno los temas de su último disco, a excepción de los dos interludios y el tema con Violadores del verso. Los cinco primeros temas del concierto son los cinco primeros de el disco, en el mismo orden. Tras ellos toca el único bloque que concederá a lxs nostalgicxs. Comienza un viaje hacia atrás en el tiempo con “Pura droga sin cortar” del Vivir para contarlo y “Ninguna chavala tiene dueño” de Vicios y Virtudes. El viaje culmina con un popurrí en el que se suceden rápidamente, desde una estrofa a tan solo una frase, algunos de sus temas más míticos: “Vicios y virtudes”, “Quieres”, “Ocho líneas”, “La ciudad nunca duerme”, “Nada que hacer”, “Ballantines” y “Hardcore funk”.
Tras un par de temas más de El círculo, el siguiente segmento del concierto es para las colaboraciones. Con un hilo conductor narrado por Kase.O y los efectos de sonido de Rumba, se unifican las historias de “Mazas y catapultas” y “Mitad y mitad”. En la primera cuenta con la presencia de una emocionada Rozalén, que no se irá del escenario sin hacer un freestyle sobre un beatbox hecho por el propio Kase.O. En “Mitad y mitad” cuenta con la colaboradora original de la canción, Nawja Nimri, emocionada de otra manera. Después, un par de temas en los que el colaborador fue él. Primero, una de sus colaboraciones más recientes “Guerrero psicodélico” del último disco de Foyone. Después, la mítica “Billete de ida hacia la tristeza”, colaboración con Míos tíos de casi 20 años de antigüedad, recuperada para esta gira. Entonces aparece Xhelazz para, sobre la misma base, hacer su “Confesionario de papel”. Como es lógico no abandona el escenario porque es el momento de “Viejos ciegos” y para ello se les une Sho-Hai.
Nos adentramos en la recta final de la noche. Kase.O usa la hipnosis para que podamos acompañarle en el viaje cósmico de “Repartiendo arte”. Durante todo el concierto y especialmente hacia el final, hay muchos momentos en los que Kase.O se dirige al público con largos discursos cargados de superación, positividad y agradecimiento. Estos tres conceptos son la clave de cada uno de los tres últimos temas: “Basureta”, “Cantando” y la “Outro” de El círculo.
Si El círculo es el claro resultado de una mala etapa y su superación, podemos intuir ya por dónde irán los tiros de lo que vendrá. Hemos visto su éxito a nivel profesional y hemos presenciado la extensión de la libertad creativa que tuvo en el estudio a la libertad en la actitud sobre el escenario. Ha bailado lo que le ha dado la gana y como le ha dado la gana, lejos de la impostura que exige el rap, se ha emocionado con su público y ha terminado cantando una canción de Xuxa con su hija. El círculo queda cerrado. Ahora toca esperar y escuchar lo próximo que nos ofrecerá Kase.O.